El hanji, como su nombre indica (han significa "Corea" y ji, "papel"), es un papel coreano fabricado mediante métodos tradicionales, principalmente a partir de fibras de la corteza interna de morera. Su origen se remonta al siglo III en Corea, y ha disfrutado de un notable éxito, exportándose a otros países asiáticos como China.
La fabricación del hanji es un proceso artesanal complejo y laborioso. Las fibras se cuecen al vapor, se secan, se remojan, se cuecen de nuevo y finalmente se muelen. Aunque esta técnica es similar a la utilizada para otros papeles asiáticos como el washi japonés o el xuanzhi chino, el hanji se distingue por una etapa única llamada tamizado. Esta etapa permite que las fibras se distribuyan en todas las direcciones, otorgando así una resistencia particular a la hoja de papel.
Gracias a este proceso de fabricación largo y complejo, el hanji es conocido por su resistencia y durabilidad excepcionales, capaz de durar mil años (a diferencia de los papeles comunes cuya duración máxima de conservación es de unos 200 años). Por esta razón, era ampliamente utilizado en la elaboración de textos relacionados con el budismo coreano. Además, su textura suave y lisa, junto con su color blanco y propiedades absorbentes, lo convierten en una opción preferida para la caligrafía y la pintura.
También se utiliza para cubrir ventanas, filtrando la luz mientras permite una circulación de aire adecuada, el hanji presenta propiedades isotérmicas que lo hacen ideal para revestir suelos y paredes de casas tradicionales.
El hanji es mucho más que un simple material de papel. Es un valioso patrimonio cultural que encarna el arte, la tradición y la funcionalidad en la vida cotidiana de los coreanos.